En la parroquia de San Adalberto, uno de los verdaderos tesoros es la Piedad que actualmente se encuentra en un altar lateral cerca del frente de la iglesia a la derecha. Esta estatua es una copia de la famosa en Roma, hecha por Miguel Ángel y actualmente en exhibición en la Basílica de San Pedro. Si alguna vez has tenido el placer de ver el original, es un momento inolvidable.
En la escultura, María sostiene el cuerpo de su hijo después de que ha sido bajado de la cruz. Hay una tremenda serenidad en su expresión, así como una profunda tristeza. He visto a madres contemplando los cuerpos de sus hijos muertos muchas veces a lo largo de los años y a menudo he sido testigo de esta misma expresión. Es el reconocimiento a los ojos de una madre, o de un padre, de que su amado hijo ha sido quitado. Si la mamá o el papá es una persona de fe, es algo más.
El «algo más» es la otra voz más profunda de esperanza. Es el susurro: «nos volveremos a ver». Es la certeza de que este niño fue prestado por Dios por un momento, y realmente no era un objeto como un automóvil o una silla o una casa o un perro. Este era un ser humano confiado al cuidado de una madre, al abrazo de un padre, para ser amado y vigilado por un tiempo.
Y a veces se les quitan violando el orden natural de las cosas. Ninguna madre debería tener que enterrar a su hijo. Ningún padre debería asistir al velorio del niño cuyo pañal cambió. Lamentablemente, estas cosas suceden. Y están terriblemente tristes. Y la gente sufre.
De este sufrimiento emerge la compasión. Incluso la palabra misma habla de sufrimiento. Com-pasión. La pasión de Cristo. La compasión es sufrir con alguien. Alguien que ha experimentado una gran pérdida puede abrazar mucho más fácilmente el sufrimiento de otro ser humano. Es por eso que tantas personas se acercan a María cuando han sufrido una pérdida. Es por eso que tantas personas buscan a alguien que ha sufrido cuando tienen dolor.
Es el momento de trasladar esta gran obra de arte. Muchas madres a lo largo de los años han llorado frente a esta escultura. Piense en los niños perdidos en la Segunda Guerra Mundial, o Vietnam, o la Guerra del Golfo, o en las calles. Papás, también. Esta es una imagen de esperanza. En su nuevo hogar, la imagen estará más cerca de la gente, y podrás acercarte y tocar la estatua y tal vez llorar si es necesario.
Que esta imagen de María y su hijo nos traiga paz y sanidad a todos.